Era la década de los 80. La era de la quinta del buitre. Noche a noche, remontada a remontada, se construían los cimientos de aquello que Valdano llama el miedo escénico. Esas epopeyas que se transmiten todavía hoy de padres a hijos entre el madridismo. Los gritos de la afición se convertían en energía para los jugadores. Energía para un terremoto que demolía las torres más altas del continente. Por desgracia, aunque el Real Madrid se postulaba como candidato a ganar la Copa de Europa, el sueño no llegó a materializarse. Pero los ecos quedaron resonando en los vomitorios, en las gradas, en el túnel de vestuarios... Fantasmas que reposan en paz hasta que sienten la llamada. Espíritus que se levantan como el jugador número doce cuando la situación lo amerita. Almas imperecederas que se honran cada partido en el minuto siete y que, como los Muertos de el Sagrario en El Señor de los Anillos , esperan el momento de saldar la deuda que contrajeron en su momento. Cumplir el juramento que no p
Novelas, relatos, opiniones y mucha imaginación.