¡hola, queridos lectores!
Hoy os traigo un artículo en el que expongo mi opinión sobre el mercado de libros, centrándome sobre todo en aquellos en formato electrónico. Quiero destacar que es sólo mi punto de vista y en absoluto se trata de un credo canónico o algo similar. Trataré de explicar por qué pienso que los libros electrónicos deberían ser el formato primario y no el secundario, como ocurre en estos momentos. Pues nada más, espero que os resulte interesante y, como siempre, podéis dejar vuestras impresiones, ya sea para apoyar mis ideas o para discrepar de ellas.
En primer lugar, me centraré en las ventajas a nivel económico y comercial que tiene el libro electrónico frente al tradicional en papel. Como es obvio, al no necesitar un soporte físico, sólo un lector electrónico, el coste de impresión es nulo. Esto quiere decir que lo que pudieran valer las hojas, las tapas, la tinta, etc… no supone nada en absoluto. Esto se puede traducir en una rebaja sensible del precio para el consumidor.
Es más, al no necesitar una inversión tan fuerte, ya cargue la editorial o el autor con los costes de la publicación, no supone un riesgo tan grande. El rechazo de obras por pensar que no tendrán tirón comercial se debería reducir, con lo que podrían proliferar nuevos autores que, de otra forma, permanecerían en el anonimato. Incluso se puede optar por la autoedición digital, como estoy haciendo yo con mi nuevo modelo de negocio, ya que hay herramientas para que uno mismo pueda generar sus propios libros electrónicos sin mucho esfuerzo.
Otro punto a favor que tiene el formato electrónico es el de la distribución: cualquiera puede descargar el libhro desde cualquier parte del mundo. Esto ahorra una parte muy importante de la tarta que se llevan los intermediarios, que por mi experiencia, puede acercarse incluso al 50% del total. Más ingresos para el autor, que debería ser el principal beneficiario, y menos coste para los lectores, ya que ese porcentaje repercute sin duda en el precio de venta al público.
Hay que tener en cuenta también el factor accesibilidad. Con el formato tradicional, es necesario convertir el contenido a audiolibro o pasarlo a braille. Esto suele ser algo engorroso, pues un audiolibro puede ocupar bastante memoria en un medio de almacenamiento y no sé si habéis visto alguna vez un libro en braille, pero el grosor de las láminas hace que el espesor del tomo se dispare y haya que particionarlos en varios volúmenes. En cambio, con un libro en formato electrónico, podemos tener el contenido en unos pocos MB, dependiendo de la cantidad de imágenes que contenga; no necesitamos convertirlo, pues sólo requerimos de un lector accesible que lo reproduzca con ayuda de las tecnologías de apoyo; facilita la accesibilidad también a personas con movilidad reducida, ya que, a mi modo de ver, es más sencillo apretar un botón que pasar una página para estas personas. En fin, que, salvo la necesidad de describir imágenes y figuras (que no suelen aparecer en novelas), podríamos decir que la accesibilidad viene de serie.
¿Dónde queda entonces el placer de disfrutar de un libro impreso? ¿Aspirar el aroma de las hojas nuevas? ¿Sentir el tacto característico al pasar de página? Pues evidentemente, no todo el mundo tiene la necesidad de disponer de todos estos elementos, sobre todo si la diferencia de precio es bastante abultada. Es por eso que los libros en formato físico deberían pasar a ser la vía secundaria, a favor de los libros electrónicos, aunque no tengan por qué desaparecer.
Como última ventaja, algo anecdótica, destacar la diferencia de peso entre un libro consistente y pesado, con tapas duras y demás, y la ligereza que ofrece un e-reader tipo Kindle o similar (o incluso el teléfono móvil). Ya no veríamos los típicos problemas de espalda de los niños por cargar veinte kilos diarios en la mochila.
Pues nada, hasta aquí el artículo. Espero que os haya gustado y dejéis vuestras opiniones. ¡Hasta la próxima!
Hoy os traigo un artículo en el que expongo mi opinión sobre el mercado de libros, centrándome sobre todo en aquellos en formato electrónico. Quiero destacar que es sólo mi punto de vista y en absoluto se trata de un credo canónico o algo similar. Trataré de explicar por qué pienso que los libros electrónicos deberían ser el formato primario y no el secundario, como ocurre en estos momentos. Pues nada más, espero que os resulte interesante y, como siempre, podéis dejar vuestras impresiones, ya sea para apoyar mis ideas o para discrepar de ellas.
En primer lugar, me centraré en las ventajas a nivel económico y comercial que tiene el libro electrónico frente al tradicional en papel. Como es obvio, al no necesitar un soporte físico, sólo un lector electrónico, el coste de impresión es nulo. Esto quiere decir que lo que pudieran valer las hojas, las tapas, la tinta, etc… no supone nada en absoluto. Esto se puede traducir en una rebaja sensible del precio para el consumidor.
Es más, al no necesitar una inversión tan fuerte, ya cargue la editorial o el autor con los costes de la publicación, no supone un riesgo tan grande. El rechazo de obras por pensar que no tendrán tirón comercial se debería reducir, con lo que podrían proliferar nuevos autores que, de otra forma, permanecerían en el anonimato. Incluso se puede optar por la autoedición digital, como estoy haciendo yo con mi nuevo modelo de negocio, ya que hay herramientas para que uno mismo pueda generar sus propios libros electrónicos sin mucho esfuerzo.
Otro punto a favor que tiene el formato electrónico es el de la distribución: cualquiera puede descargar el libhro desde cualquier parte del mundo. Esto ahorra una parte muy importante de la tarta que se llevan los intermediarios, que por mi experiencia, puede acercarse incluso al 50% del total. Más ingresos para el autor, que debería ser el principal beneficiario, y menos coste para los lectores, ya que ese porcentaje repercute sin duda en el precio de venta al público.
Hay que tener en cuenta también el factor accesibilidad. Con el formato tradicional, es necesario convertir el contenido a audiolibro o pasarlo a braille. Esto suele ser algo engorroso, pues un audiolibro puede ocupar bastante memoria en un medio de almacenamiento y no sé si habéis visto alguna vez un libro en braille, pero el grosor de las láminas hace que el espesor del tomo se dispare y haya que particionarlos en varios volúmenes. En cambio, con un libro en formato electrónico, podemos tener el contenido en unos pocos MB, dependiendo de la cantidad de imágenes que contenga; no necesitamos convertirlo, pues sólo requerimos de un lector accesible que lo reproduzca con ayuda de las tecnologías de apoyo; facilita la accesibilidad también a personas con movilidad reducida, ya que, a mi modo de ver, es más sencillo apretar un botón que pasar una página para estas personas. En fin, que, salvo la necesidad de describir imágenes y figuras (que no suelen aparecer en novelas), podríamos decir que la accesibilidad viene de serie.
¿Dónde queda entonces el placer de disfrutar de un libro impreso? ¿Aspirar el aroma de las hojas nuevas? ¿Sentir el tacto característico al pasar de página? Pues evidentemente, no todo el mundo tiene la necesidad de disponer de todos estos elementos, sobre todo si la diferencia de precio es bastante abultada. Es por eso que los libros en formato físico deberían pasar a ser la vía secundaria, a favor de los libros electrónicos, aunque no tengan por qué desaparecer.
Como última ventaja, algo anecdótica, destacar la diferencia de peso entre un libro consistente y pesado, con tapas duras y demás, y la ligereza que ofrece un e-reader tipo Kindle o similar (o incluso el teléfono móvil). Ya no veríamos los típicos problemas de espalda de los niños por cargar veinte kilos diarios en la mochila.
Pues nada, hasta aquí el artículo. Espero que os haya gustado y dejéis vuestras opiniones. ¡Hasta la próxima!
Llamadme anticuada pero... Yo prefiero los libros en papel, siento que es algo mucho más... ¿íntimo?Por así decirlo. Creo que lo electrónico nos transmite una especie de frialdad, al menos a mí me la transmite. Me siento mucho mejor cuando puedo pasar las páginas de los libros con mis manos, sentir el tacto del papel... ¡y poder oler las páginas! Dios mío, ¡eso es algo que no cambiaría por nada del mundo! Una pantalla no desprende el olor de los libros -nuevos o viejos, los dos olores me encantan. Vale, quizás deberíamos cambiar los libros en papel por libros electrónicos... quizás a la larga hasta resultara más económico, pero me es mucho más cómodo un libro en papel. (No, en realidad creo que eso es más el capricho de una niña algo consentida a veces que no quiere que le cambien eso).
ResponderEliminarEs una opinión respetable, Anaïs, pero ten en cuenta que aquí sólo he hablado de por qué debería ser el formato electrónico el principal, no que yo o cualquiera lo prefiera. Ése es otro debate. Me he limitado a enumerar las bondades que tienen y que lo hacen un método de distribución más accesible en todos los sentidos para todos. Sin duda, tus apreciaciones sobre las sensaciones de leer en papel son ciertas, pero cada uno le da a eso el valor que considera oportuno.
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