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Tañerán las campanas

Mi ser alberga pena y alegría,
al escuchar sonar los tambores,
esos que anuncian tu partida
sin odio alguno ni rencores.

Fui tu sol y tú mi luna,
hasta que las nubes ocultaron el cielo.
Luego una unión casta y pura,
hasta que tuve que dejarte ir como el viento.

Desde la costa te veo partir,
en busca de un mundo nuevo.
Yo me fuerzo a sonreír,
a decir las cosas que debo.

Un trozo de mi corazón se va contigo,
acompañándote en el largo viaje.
Deseo que te proteja en el azul indigo
y que no te cobre ningún peaje.

Que de amapolas estén poblados tus montes
y de ruiseñores las encinas.
Porque contento estaré entonces,
aunque tu mirada me sea esquiva.

Desde la costa te veo partir
con un dilema en el alma,
pues sólo si tu mano dejo ir,
mi corazón se hallará en calma.

Y cuando el último pétalo esté seco
y nuestro viaje haya llegado a su fin,
de tu risa alcanzaré a oír el eco
y sabré que has sido feliz.

Entonces tañerán las campanas,
límpidas y claras como ruiseñores,
y podremos asar las castañas
al calor del fuego y las canciones.

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