Vuelvo por los fueros de los vampiros con este relato para la escuela de escritura. En esta ocasión teníamos que aplicar la dilatación temporal. La temática era libre y se me ocurrió que esta podía ser una buena idea para hacerlo. El resultado fue del agrado del profesor, más allá de que no le gusten las historias de vampiros.
Dejadme vuestras impresiones. ¡Que lo disfrutéis!
Sístole…
Noto perfectamente la vena de tu cuello perlado hincharse entre los jadeos. Es una canción que me llama. La música no amansa a las fieras… ¡qué ingenuo quien lo pensaba! Seguro que está muerto. Las tripas no me rugen. No pueden hacerlo. No obstante, el hambre me consume tan irremediablemente por dentro…
Acerco el rostro a esa curva de perdición. Los colmillos se asoman entre los labios, ávidos de tu calor. No es la primera vez que te muerdo entre estas sábanas ni será la última. Te estremeces con el roce frío de mi piel y aguardas con emoción contenida, como un niño en la noche de Reyes. Me hundo en ti…
Diástole…
Gimes y te retuerces de placer bajo mi peso. No hay mejor cebo para las personas que este. Aun así, no puedes ni imaginarte el que yo siento al saborear la fuente de tu vida. El hambre inconsolable se calma y la bestia que habita en mí aúlla de júbilo. Ella queda a flor de piel y yo me regocijo desde muy, muy lejos, mecido por las nubes…
Pero al mismo tiempo el corazón inerte se me contrae de temor. Los instintos son fuertes… muy fuertes… No dejaría de beber de ti hasta dejarte seca. Tu sangre se desliza cálida por mi garganta, una soga amarrada a mi estómago. Debo resistirme a ellos con todas mis fuerzas. Debo luchar contra el monstruo que soy para no perderte. No quiero un cuerpo frío entre mis brazos… no quiero una mirada vacía cuando te acaricie la melena revuelta.
¿Qué es un latido? Puede serlo todo… o nada.
Dejadme vuestras impresiones. ¡Que lo disfrutéis!
¿Qué es un latido?
¿Qué es un latido? Un parpadeo en una vida repleta de ellos. Cientos… miles… millones… ¿Cuántos van ya? ¿Cuántos quedan por venir? Sin embargo, desde que la noche se ha convertido en mi reino, cada uno es especial; tentador; sentencia…Sístole…
Noto perfectamente la vena de tu cuello perlado hincharse entre los jadeos. Es una canción que me llama. La música no amansa a las fieras… ¡qué ingenuo quien lo pensaba! Seguro que está muerto. Las tripas no me rugen. No pueden hacerlo. No obstante, el hambre me consume tan irremediablemente por dentro…
Acerco el rostro a esa curva de perdición. Los colmillos se asoman entre los labios, ávidos de tu calor. No es la primera vez que te muerdo entre estas sábanas ni será la última. Te estremeces con el roce frío de mi piel y aguardas con emoción contenida, como un niño en la noche de Reyes. Me hundo en ti…
Diástole…
Gimes y te retuerces de placer bajo mi peso. No hay mejor cebo para las personas que este. Aun así, no puedes ni imaginarte el que yo siento al saborear la fuente de tu vida. El hambre inconsolable se calma y la bestia que habita en mí aúlla de júbilo. Ella queda a flor de piel y yo me regocijo desde muy, muy lejos, mecido por las nubes…
Pero al mismo tiempo el corazón inerte se me contrae de temor. Los instintos son fuertes… muy fuertes… No dejaría de beber de ti hasta dejarte seca. Tu sangre se desliza cálida por mi garganta, una soga amarrada a mi estómago. Debo resistirme a ellos con todas mis fuerzas. Debo luchar contra el monstruo que soy para no perderte. No quiero un cuerpo frío entre mis brazos… no quiero una mirada vacía cuando te acaricie la melena revuelta.
¿Qué es un latido? Puede serlo todo… o nada.
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