Aunque es una película y no un libro, me gustaría daros mi opinión sobre ella. Total, ya lo he hecho con los capítulos de la serie de Juego de Tronos. Tengo que decir que no sabía qué esperar. La última entrega, El despertar de la fuerza, me decepcionó mucho. No sabía si seguiría en la línea o cambiaría en algo. Así que, os voy a contar un poco mis sensaciones con los menores spoilers posibles (intentaré que no haya ninguno).
Lo primero que hay que decir es que el clásico prólogo a las películas de Star Wars no tenía mucho sentido en esta ocasión. El salto temporal no había sido tan grande como para que hubiera que explicar algo y, de hecho, no explicaba nada que no se contase ya en la anterior película. Absolutamente prescindible, aunque entiendo que se mantenga por coherencia de forma.
La película nos plantea un escenario a contrarreloj. De poco sirvió destruir la copia cara de la Estrella de la Muerte en el episodio anterior. La Resistencia está en las últimas y la Primera Orden les va dando caza. La situación es desesperada de verdad y podemos verlo en la facilidad de sacrificio que presentan sus miembros. Suspiré aliviado cuando vi que no iba a ser una repetición del inicio de El imperio contraataca. Es verdad que la escasez de márgenes de tiempo resulta chocante en una historia espacial donde se manejan distancias abismales, pero bueno. Es Star Wars.
El elenco protagonista cumple con creces y a él se unen algunos actores secundarios. En medio de la lucha desesperada, vemos las flaquezas de cada personaje. No son héroes de leyenda, son personas que están asustadas, con familias y amigos. Es claramente un paso previo para que todos ellos puedan evolucionar de cara a la última entrega de la trilogía. Mucho más profundos que en el episodio anterior, donde apenas se rozó la superficie.
En cuanto al tema de la película, podemos decir que se basa en dos grandes premisas: el equilibrio en la fuerza y gobernar el destino propio. Aprendemos que la doctrina jedi de imponer el lado luminoso solo consigue que la fuerza se autorregule haciendo crecer el lado oscuro. Esto da bastante sentido al poder que desarrollaron Sidious y Vader para lograr exterminar a la orden jedi años atrás. Del mismo modo, el crecimiento del lado oscuro ahora justifica en gran medida las impresionantes dotes de Rei, que parecían completamente arbitrarias en la anterior entrega.
Esto está muy bien para un fan de la franquicia, pero hay que decir que la verdadera fuerza de la película no reside ahí. Podemos ver como los deseos de los padres hacia los hijos pueden causar estragos en el futuro. Arreglar las cosas para que sean como creemos que deben ser puede acarrear muchos más problemas a la larga. Y tratar de domesticar a un perro salvaje no hará más que herir la mano del dueño.
También nos habla de la culpabilidad y del miedo. Sentimientos que pueden llevarnos a obrar erróneamente, a cometer injusticias y a aislarnos. Lo desconocido es inquietante y hasta un maestro jedi como Luke Skywalker puede caer presa del pánico.
Argumentalmente es una película bastante sólida por sí misma. Tampoco nos vamos a engañar. La trama no es compleja. No obstante, hay piezas que no encajan con lo mostrado en Episodio VII. La más obvia es: si Luke no quería ser encontrado, ¿para qué coño dejó un mapa? ¿Y para qué narices lo dividió en dos partes?
La nostalgia también estuvo presente, aunque en esta ocasión estuvo mejor aprovechada. No hace falta sacar un guiño o un elemento del pasado cada cinco minutos. Con utilizar dos o tres en toda la película, pero en los momentos apropiados, se obtiene mucho mejor resultado. Una hostia a Episodio IV remake, también conocido como episodio VII, en toda la boca.
En definitiva, es una película de Star Wars que puede que no guste a muchos de sus fans. Al fin y al cabo, sus ídolos de siempre no hacen lo que se espera de ellos y el desarrollo es bastante distinto a lo que venía siendo la saga. Sin embargo, me parece mil veces mejor película que El despertar de la fuerza. La lástima es que forma parte de una trilogía y ya la cagaron bastante con la primera parte como para poder arreglarlo del todo. No se pueden hacer maravillas, pero sí dejar a la espera de la última entrega con un buen sabor de boca.
Lo primero que hay que decir es que el clásico prólogo a las películas de Star Wars no tenía mucho sentido en esta ocasión. El salto temporal no había sido tan grande como para que hubiera que explicar algo y, de hecho, no explicaba nada que no se contase ya en la anterior película. Absolutamente prescindible, aunque entiendo que se mantenga por coherencia de forma.
La película nos plantea un escenario a contrarreloj. De poco sirvió destruir la copia cara de la Estrella de la Muerte en el episodio anterior. La Resistencia está en las últimas y la Primera Orden les va dando caza. La situación es desesperada de verdad y podemos verlo en la facilidad de sacrificio que presentan sus miembros. Suspiré aliviado cuando vi que no iba a ser una repetición del inicio de El imperio contraataca. Es verdad que la escasez de márgenes de tiempo resulta chocante en una historia espacial donde se manejan distancias abismales, pero bueno. Es Star Wars.
El elenco protagonista cumple con creces y a él se unen algunos actores secundarios. En medio de la lucha desesperada, vemos las flaquezas de cada personaje. No son héroes de leyenda, son personas que están asustadas, con familias y amigos. Es claramente un paso previo para que todos ellos puedan evolucionar de cara a la última entrega de la trilogía. Mucho más profundos que en el episodio anterior, donde apenas se rozó la superficie.
En cuanto al tema de la película, podemos decir que se basa en dos grandes premisas: el equilibrio en la fuerza y gobernar el destino propio. Aprendemos que la doctrina jedi de imponer el lado luminoso solo consigue que la fuerza se autorregule haciendo crecer el lado oscuro. Esto da bastante sentido al poder que desarrollaron Sidious y Vader para lograr exterminar a la orden jedi años atrás. Del mismo modo, el crecimiento del lado oscuro ahora justifica en gran medida las impresionantes dotes de Rei, que parecían completamente arbitrarias en la anterior entrega.
Esto está muy bien para un fan de la franquicia, pero hay que decir que la verdadera fuerza de la película no reside ahí. Podemos ver como los deseos de los padres hacia los hijos pueden causar estragos en el futuro. Arreglar las cosas para que sean como creemos que deben ser puede acarrear muchos más problemas a la larga. Y tratar de domesticar a un perro salvaje no hará más que herir la mano del dueño.
También nos habla de la culpabilidad y del miedo. Sentimientos que pueden llevarnos a obrar erróneamente, a cometer injusticias y a aislarnos. Lo desconocido es inquietante y hasta un maestro jedi como Luke Skywalker puede caer presa del pánico.
Argumentalmente es una película bastante sólida por sí misma. Tampoco nos vamos a engañar. La trama no es compleja. No obstante, hay piezas que no encajan con lo mostrado en Episodio VII. La más obvia es: si Luke no quería ser encontrado, ¿para qué coño dejó un mapa? ¿Y para qué narices lo dividió en dos partes?
La nostalgia también estuvo presente, aunque en esta ocasión estuvo mejor aprovechada. No hace falta sacar un guiño o un elemento del pasado cada cinco minutos. Con utilizar dos o tres en toda la película, pero en los momentos apropiados, se obtiene mucho mejor resultado. Una hostia a Episodio IV remake, también conocido como episodio VII, en toda la boca.
En definitiva, es una película de Star Wars que puede que no guste a muchos de sus fans. Al fin y al cabo, sus ídolos de siempre no hacen lo que se espera de ellos y el desarrollo es bastante distinto a lo que venía siendo la saga. Sin embargo, me parece mil veces mejor película que El despertar de la fuerza. La lástima es que forma parte de una trilogía y ya la cagaron bastante con la primera parte como para poder arreglarlo del todo. No se pueden hacer maravillas, pero sí dejar a la espera de la última entrega con un buen sabor de boca.
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