Esta reseña es un poco especial. Es el primer libro que leo de David Vicente, nuestro profesor en La Posada de Hojalata. Como tal, es la primera ocasión que tengo para devolverle la cera que nos da en clase y comprobar cómo él no para de hacer lo mismo que luego nos dice a nosotros que no hagamos. Bueno, David, si lo lees, ya sabes que todo esto es con mucho cariño jajajaja.
Hechas las coñas pertinentes, vamos con la reseña en serio.
Título: Un pequeño paso para el hombre
Autor: David Vicente Valentín
Hay una cosa que David nos repite a menudo durante las clases: nunca vuelve a leer un libro después de haberlo publicado. Encontraría los fallos y no se sentiría a gusto. Con esa premisa, esta lectura ha sido una suerte de ejercicio práctico de corrección. No por venganza hacia las críticas que nos vierte sin piedad los martes por la tarde. En el fondo, si era capaz de encontrar las cosas que David cambiaría de su propia obra años después, querría decir que sus clases han sido efectivas y que podremos mantearlo a final de curso. No tiene sentido desglosar aquí todo lo que he visto a lo largo del libro, pero creo que puedo decir "misión cumplida". Enhorabuena, David, y muchas gracias por el tiempo que nos has dedicado este último año.
Metidos ya en materia, lo primero que a uno le choca cuando empieza a leerlo es la mezcla entre la historia aparentemente anodina de un aspirante a escritor y el relato sobre el alunizaje de 1969. Me llamó tanto la atención que empecé a darle vueltas en la cabeza. ¿Era una metáfora? ¿El protagonista se creía realizador de una gesta similar? ¿El Saturno V era el miembro de Ramiro? Estaba bastante despistado...
... hasta que apareció en escena Albert Toole. Tenía la pinta exacta de un tipo misterioso. Un tipo que se presenta en casa de Ramiro con unas pretensiones inconcebibles. Pero es justo entonces, justo cuando más desconcertados deberíamos estar, cuando los engranajes empiezan a encajar y todo cobra sentido poco a poco.
¿Qué podemos decir de Ramiro? Un fracasado. Es la palabra que mejor lo describe. Se nota en él toda una carga sarcástica hacia una raza de "escritor" muy típica. Uno que no lee o no sabe leer; mucho menos sabe escribir, y, aun así, pretende convertirse en el autor que revolucionará la narrativa y pondrá la guinda definitiva al pastel de la literatura. Mientras pasaban las escenas, veía claramente a David hablarnos de esta gente en la escuela. Como siempre dice él, alguien que no sabe jugar al fútbol no se presentaría a las pruebas del Real Madrid para que se rían de él. Sin embargo, la gente es muy soberbia con la literatura.
En cuanto al trasfondo del alunizaje y el misterioso personaje de Albert Toole... Podría decir que David es un conspiranoico; un autor de pacotilla que se dedica a alimentar especulaciones ignorantes. Y estaría mintiendo. Dudo mucho que ni siquiera le importe si el hombre pisó la Luna de verdad o no. Eso es solo la excusa para plantear su historia. Una historia del hombre contra el sistema; de la razón contra la locura; de la verdad contra "la verdad". El alunizaje es un mero adorno decorativo; una sevillana que Ramiro podría tener sobre el televisor donde se deleita con la imagen de Ana rosa Quintana; un ancla de realidad en esta obra que transcurre por los senderos escarpados de la mente.
Absolutamente recomendada.
Hechas las coñas pertinentes, vamos con la reseña en serio.
Título: Un pequeño paso para el hombre
Autor: David Vicente Valentín
Hay una cosa que David nos repite a menudo durante las clases: nunca vuelve a leer un libro después de haberlo publicado. Encontraría los fallos y no se sentiría a gusto. Con esa premisa, esta lectura ha sido una suerte de ejercicio práctico de corrección. No por venganza hacia las críticas que nos vierte sin piedad los martes por la tarde. En el fondo, si era capaz de encontrar las cosas que David cambiaría de su propia obra años después, querría decir que sus clases han sido efectivas y que podremos mantearlo a final de curso. No tiene sentido desglosar aquí todo lo que he visto a lo largo del libro, pero creo que puedo decir "misión cumplida". Enhorabuena, David, y muchas gracias por el tiempo que nos has dedicado este último año.
Metidos ya en materia, lo primero que a uno le choca cuando empieza a leerlo es la mezcla entre la historia aparentemente anodina de un aspirante a escritor y el relato sobre el alunizaje de 1969. Me llamó tanto la atención que empecé a darle vueltas en la cabeza. ¿Era una metáfora? ¿El protagonista se creía realizador de una gesta similar? ¿El Saturno V era el miembro de Ramiro? Estaba bastante despistado...
... hasta que apareció en escena Albert Toole. Tenía la pinta exacta de un tipo misterioso. Un tipo que se presenta en casa de Ramiro con unas pretensiones inconcebibles. Pero es justo entonces, justo cuando más desconcertados deberíamos estar, cuando los engranajes empiezan a encajar y todo cobra sentido poco a poco.
¿Qué podemos decir de Ramiro? Un fracasado. Es la palabra que mejor lo describe. Se nota en él toda una carga sarcástica hacia una raza de "escritor" muy típica. Uno que no lee o no sabe leer; mucho menos sabe escribir, y, aun así, pretende convertirse en el autor que revolucionará la narrativa y pondrá la guinda definitiva al pastel de la literatura. Mientras pasaban las escenas, veía claramente a David hablarnos de esta gente en la escuela. Como siempre dice él, alguien que no sabe jugar al fútbol no se presentaría a las pruebas del Real Madrid para que se rían de él. Sin embargo, la gente es muy soberbia con la literatura.
En cuanto al trasfondo del alunizaje y el misterioso personaje de Albert Toole... Podría decir que David es un conspiranoico; un autor de pacotilla que se dedica a alimentar especulaciones ignorantes. Y estaría mintiendo. Dudo mucho que ni siquiera le importe si el hombre pisó la Luna de verdad o no. Eso es solo la excusa para plantear su historia. Una historia del hombre contra el sistema; de la razón contra la locura; de la verdad contra "la verdad". El alunizaje es un mero adorno decorativo; una sevillana que Ramiro podría tener sobre el televisor donde se deleita con la imagen de Ana rosa Quintana; un ancla de realidad en esta obra que transcurre por los senderos escarpados de la mente.
Absolutamente recomendada.
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