Hola, me llamo Javier, tengo veintinueve años y soy abstinente.
Desde que tengo derecho al voto, he vivido tres elecciones generales; cuatro si contamos la repetición de las últimas. En las primeras, 2008, voté a ZP. No parecía que lo hiciera mal. Luego decidí abstenerme como muchos que no veíamos una opción buena. El hartazgo cristalizó en el 15M, nuevas formaciones y soplos de aire fresco para la política. Me decanté por votar a C’s y me sentí defraudado cuando hubo que repetir. ME planteé de verdad no regresar a las urnas, pero al final decidí hacerlo.
Hoy, en 2019, vuelvo a la abstención.
No quiero un país polarizado. No quiero un país clientelar. No creo que ninguna de las propuestas vaya a resolver los problemas que afrontan; si acaso, los agravarán. Así que, ¿por qué narices tengo que votar a nadie?
Porque mira lo que viene.
Ya lo veo. ¿Y qué? ¿Tengo que aprobarte a ti con un tres porque aquel de allí ha sacado un cero? No me da la gana. No lo veo justo. No voy a premiar la mediocridad para que siga medrando en las instituciones. Si existen cosas así, es por su culpa, por no haber podido llegar ni al aprobado raspado. Lo de hacer las tareas el último día o decir que el perro se ha comido los deberes no cuela.
Entonces no tendrás derecho a protestar cuando lleguen.
No lo has entendido en absoluto. Ninguno de los candidatos me convence lo más mínimo. No quiero que gobierne ninguno, pero eso no es posible. Así que, me da igual quién salga elegido. No voy a protestar ni quejarme porque quiera que gobierne otro. En todo caso, me quejaré y protestaré por lo mal que lo haga, que es precisamente por lo que no voy a votar.
Esta es mi opción: vivir mi vida a pesar de los políticos. Sé que no es lo mainstream; que ahora todo el mundo vive y twitea en función de la política; que no puedes entrar en tu timeline sin adentrarte por un campo entero de asteroides propagandísticos. ¿Qué queréis que os diga? Estáis en vuestro derecho, pero no sé si merece la pena ser un enfado con patas permanentemente.
¿Y a ellos? Pues que intenten por lo menos llegar al cinco, aunque nos iría mucho mejor si pudiéramos ponerles un notable o sobresaliente. Entonces me plantearé dejar esta maldita droga de la abstención. Hasta entonces… ponme otro chute.
Desde que tengo derecho al voto, he vivido tres elecciones generales; cuatro si contamos la repetición de las últimas. En las primeras, 2008, voté a ZP. No parecía que lo hiciera mal. Luego decidí abstenerme como muchos que no veíamos una opción buena. El hartazgo cristalizó en el 15M, nuevas formaciones y soplos de aire fresco para la política. Me decanté por votar a C’s y me sentí defraudado cuando hubo que repetir. ME planteé de verdad no regresar a las urnas, pero al final decidí hacerlo.
Hoy, en 2019, vuelvo a la abstención.
No quiero un país polarizado. No quiero un país clientelar. No creo que ninguna de las propuestas vaya a resolver los problemas que afrontan; si acaso, los agravarán. Así que, ¿por qué narices tengo que votar a nadie?
Porque mira lo que viene.
Ya lo veo. ¿Y qué? ¿Tengo que aprobarte a ti con un tres porque aquel de allí ha sacado un cero? No me da la gana. No lo veo justo. No voy a premiar la mediocridad para que siga medrando en las instituciones. Si existen cosas así, es por su culpa, por no haber podido llegar ni al aprobado raspado. Lo de hacer las tareas el último día o decir que el perro se ha comido los deberes no cuela.
Entonces no tendrás derecho a protestar cuando lleguen.
No lo has entendido en absoluto. Ninguno de los candidatos me convence lo más mínimo. No quiero que gobierne ninguno, pero eso no es posible. Así que, me da igual quién salga elegido. No voy a protestar ni quejarme porque quiera que gobierne otro. En todo caso, me quejaré y protestaré por lo mal que lo haga, que es precisamente por lo que no voy a votar.
Esta es mi opción: vivir mi vida a pesar de los políticos. Sé que no es lo mainstream; que ahora todo el mundo vive y twitea en función de la política; que no puedes entrar en tu timeline sin adentrarte por un campo entero de asteroides propagandísticos. ¿Qué queréis que os diga? Estáis en vuestro derecho, pero no sé si merece la pena ser un enfado con patas permanentemente.
¿Y a ellos? Pues que intenten por lo menos llegar al cinco, aunque nos iría mucho mejor si pudiéramos ponerles un notable o sobresaliente. Entonces me plantearé dejar esta maldita droga de la abstención. Hasta entonces… ponme otro chute.
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